Mañana de domingo. Domingo de los que hacía tiempo no disfrutábamos, cielo despejado con alguna ráfaga de nube difuminada pero con el sol como gran protagonista.
Dejando pasar un poco el frío mañanero y aprovechando un poquito el calor que ofrecía el sol, salimos a eso de las 11 con ganas de disfrutar del día tan bonito que se nos ofrecía.
Los tres mosqueteros (Remen, su hermano Unai y yo) salimos a rodar, junto con un montón de bicicleteros que nos íbamos cruzando por el camino. Todos como los caracoles, sacando nuestras bicis al sol. Cuando lleva mucho tiempo haciendo malo, los días que salen así se disfrutan el doble. Un ritmo de paseo, que subiendo Miota me permitía disfrutar del paisaje, de cómo el color del cielo azul contrastaba con el gris de las montañas que nos rodean, de cómo el sol las iluminaba como si fueran las protagonistas. Algo que siempre pienso y seguiré pensando, de lo afortunada que me siento de vivir donde vivo, con todo lo que me rodea.
Cuando íbamos al Tope también se veía mucha gente paseando. Cuando llegamos al bar del Tope, hicimos una paradita para coger fuerzas. Aparcamos las bicis y nos sentamos en la terracita al solete mientras nos tomábamos nuestras “barritas energéticas” particulares jejeje, vaya, seanse una cazuelita de txorizo acompañado de un buen café con leche (en mi caso) o unas coca colas. Esto es gloria! Esto es disfrutar del deporte y lo demás son tonterías…
Una vez recargadas las pilas, de nuevo en marcha con la TriNocleta a gastar las calorías que acabábamos de ingerir. Tipi-tapa, pedalada tras pedalada y lo más importante, gozando. Al final vuelta por Miota de nuevo, hasta Zornotza para alargar algo más y vuelta a casita donde se finalizaría la hazaña con una buena ducha.
Al final, una vuelta de unos 70 km. No esta nada, pero que nada mal!
